Reflexiones

20.02.2018

Esos días...

Hay días en los que me visita la indiferencia,
Días en los que brilla el sol y mis aliadas son las nubes,
Noches de luna llena en las que la oscuridad resplandece más que la luz,
Latidos de mi corazón ausentes de vida,
Pensamientos de amor castigados por el odio,
Felicidad por no sentirme solo...

Lamentos

Él la miraba sin pestañear, no quería que ni una sola milésima de segundo le impidiera contemplar esos ojos que jamás volvería a disfrutar. Él lo sabía, le costó el mayor de los trabajos comprender que no había marcha atrás, que la perdería para siempre como nunca había imaginado, ella también lo miraba, pero no apreciaba su rostro con nitidez, estaba cerca de emprender un viaje sin retorno. Su corazón se encontraba lleno de sentimientos pero vacío de vida, el decreciente golpeo bajo su pecho indicaba el fatal desenlace, había sido derrotada a pesar de luchar como un gladiador en el hemiciclo, a sabiendas de que la esperanza es lo último que se pierde... pero se pierde. Él acariciaba sus gélidas manos, pálidas cómo el rostro de la muerte, consumidas como su propia vida. Sus lágrimas brotaban tímidas como el postrero hilo de un venero que agota sus reservas. El tiempo pasa deprisa, incontrolable, la angustia de no poder detenerlo, de cerrar los ojos y volver al pasado cuando los abras te tortura, se lleva la fe, la hace desaparecer como la luz de una vela al soplar el viento. Pensar que cosas cambiarías, que fallos remedarías, cuanto cariño ofrecerías... pensamientos inútiles con argumentos de arrepentimiento. El último suspiro inundó la sala como el olor del mejor perfume parisino, dejando una estela de desaliento, iluminada solo por la dulce sonrisa de su gesto final.
Castigo cruel para quién no lo merece, libre absolución para el mayor de los malvados, caprichos irremediables que conducen a un destino difícil de imaginar para muchos e incuestionable para otros... la luz de la vida, arrebatada por la oscuridad de la muerte.

La vida...

Naces, te cuidan, te liberan.
Das pasos a un lado, a otro, te equivocas , rectificas, te equivocas.
Enderezas el rumbo, caminas, corres, un muro te impide continuar.
Intentas saltarlo, rodearlo, esquivarlo.
Lo superas, suspiras, creces.
Avanzas, te haces fuerte, disfrutas.
Pero caes, te levantas.
Vuelves a caer, te levantas de nuevo, con menos fuerzas.
Piensas, te ilusionas...te detienes.
Vives, vives y sigues viviendo.
Te importa el futuro, pero mantienes el pasado.
Te encierras, te alejas, te lastimas.
Luchas, te esfuerzas y lo consigues.
El vaivén de la vida que conduce a un solo e inevitable final...

La locura

Conozco dos tipos de locos; el cuerdo y el inconsciente.

El primero grita cuando quiere. El segundo no se da cuenta que grita.

El cuerdo se contagia de sí mismo y termina pareciéndose a su semejante.

Al inconsciente ya le gustaría emular al que lo imita.

© 2018 David Yanes. Todos los derechos reservados.
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