Felicidad en venta

10.07.2019

Retales de una vida

Aquel hombre su felicidad decidió vender; de ella se hubo cansado. Tan inverosímil anuncio trajo consigo una algarabía de tristes codiciosos que tan suculenta oferta anhelaban conseguir, algunos de ellos, a cualquier precio. El hombre, colmado de regocijo ante tanta súplica recibida, hizo un receso en la elección del candidato, pues tanto se había magnificado la demanda, que incitado se vio a sacar el máximo provecho a la insólita venta. Tenía en su poder algo que todos los presentes deseaban y que sólo uno de ellos lograría finalmente disfrutar. Parecía una escena de película en la que lacayos de siglos pasados se disputaban entre sí el amor de una bella dama.Los ofrecimientos que aquel orgulloso hombre recibía, divagaban entre el desespero y el surrealismo. Algunos de ellos reir lo hacían y otros a su mente fascinaban . "El dinero no compra la felicidad", pensó el ingenuo tratante. Era un dicho que siempre hubo escuchado. Pero, entonces, ¿qué esperaba recibir a cambio, si en los tiempos que corrían cualquier asunto de importante trascendencia se trasladaba al vil metal? La subconsciencia, ágil en estos casos, trató de hacerle entender que aquello que poseía era un auténtico tesoro, y que debía retenerlo bajo cualquier precepto.Absorto en sus cavilaciones, luchando por salir lo antes posible de un impasse autoinfringido, ante su puerta se presentó una mujer de exquisitos modales y refinada presencia física. Vestía un largo atuendo blanco y su cabello rizado, de tonos ocres, caía por sus hombros desprendiendo un dulce aroma.-Querido hombre feliz -pronunció la misteriosa mujer de voz armoniosa.El hombre la miraba sin pestañear, alucinado pero sereno, preguntándose el motivo de tan ilustre visita entre tanto hombre perverso. -Aquellos que rencor e inquina poseen, lejos de querer separarse de ellos, esperan que algún día adquieran la fuerza necesaria que los conviertan en seres plenamente felices. Improbable vaticinio.-Otros, corroídos por la envidia, jamás verán llegar la felicidad a sus vidas, pues tan pendiente están de las ajenas, que olvidarán dedicarse por completo a las suyas propias.-En cambio tú, tienes la inmensa fortuna de poseer algo por lo que ahí fuera pelean. Puedes no tener ingentes cantidades de dinero. Puedes carecer de un trabajo decentemente remunerado. Incluso puedes soportar malestares físicos que episodios de dolor puedan producirte. Pero, en cambio, amor das y recibes, respetas al prójimo y vives los momentos cómo si fuera lo último que hicieras antes de morir. Te adaptas a tus necesidades y sobrado vas de avenencia y cortesía.-Todo ello perderás si decides desprenderte de algo tan valioso cómo de valor incalculable lo es. Te convertirás en un ser desdichado, porque cuándo pretendas recuperarla, tal vez a ella ya no le interese ocupar cuerpos vanidosos. El hombre, reforzado por aquellos argumentos, se incorporó del asiento y, desde el umbral de la puerta, pronunció impasible la frase que a todos fascinó: "La venta queda anulada, ármense de valor e intenten conseguirla sin depender de nadie. Sólo con vuestra voluntad podréis alcanzarla".


#Reflexiones #Pensamientos

 J.David G.Yanes

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